Reflexionamos sobre el ahorro energético en los centros educativos.
Luces, calefacción, material informático, pizarras digitales, agua, comedor y así podríamos seguir con los muy numerosos costes energéticos que están ligados a la explotación de los centros escolares.
Es evidente que los costes energéticos suponen una carga económica muy importante en los centros educativos. Y en la actual situación que vivimos estos costes se han disparado llegando a triplicarse en la mayoría de los casos. Por este motivo, más que una tarea, ahorrar energía en el colegio es una necesidad.
Según la Guía de Ahorro y Eficiencia Energética en Centros Docentes, publicada por la Fundación de la Energía de la Comunidad de Madrid (Fenercom) y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) los costes de electricidad en las instalaciones educativas son el tercer gasto más importante en estas estructuras, tras las instalaciones y los sueldos de profesores y empleados. Estos costes son superiores incluso a la suma de la partida de libros y de ordenadores.
El 21 de octubre de cada año se celebra el “Día Internacional del Ahorro de Energía” con el propósito de crear conciencia en la población mundial sobre el excesivo consumo energético en la vida cotidiana y los efectos que esto puede traer al medio ambiente. Pero podríamos decir que en un centro educativo todos los días son “Día del Ahorro de la Energía”. Por eso el ingenio se agudiza para llevar a cabo medidas que contribuyan a reducir los costes energéticos y ahorrar todo lo que se pueda al mismo tiempo. Sin duda, ¡la escuela ahorra con energía!
Esperamos que este sencillo decálogo contribuya a seguir ahorrando con energía en los centros educativos, porque la acumulación de pequeñas acciones puede convertirse en un gran ahorro.
Para que todas estas medidas se puedan ir implementando en los centros educativos es esencial una concienciación colectiva de toda la comunidad educativa. La educación de nuevo es el primer paso para que alumnos, personal docente y no docente e incluso las familias, sepan que solo con un gesto (apagar un interruptor) se puede ahorrar mucha energía.