Cristina de la Haza, directora general de Snappet España. ¿Qué te cuentas?

Cristina de la Haza, directora general de Snappet España.

Cristina de la Haza es matemática y experta en educación con una trayectoria de 24 años liderando la transformación digital e innovación pedagógica en Europa y Latinoamérica. Su labor integra la creación de contenidos editoriales (tanto en papel como digitales), el diseño de modelos educativos STEAM y el desarrollo de soluciones EdTech con foco en analítica de aprendizaje, adaptabilidad y personalización.

Con experiencia dirigiendo equipos multidisciplinares, ha impulsado proyectos que van desde plataformas de e-learning hasta metodologías blended learning, siempre con el objetivo de construir puentes entre la pedagogía tradicional y las herramientas del siglo XXI. Su perfil combina rigor académico, visión estratégica y una pasión tangible por revolucionar cómo aprendemos y enseñamos. Actualmente, es directora general en Snappet España, colaborador premium de CECE Madrid. 

"Cada niño tiene un ritmo y una forma única de entender los conceptos"

Cristina, en un mundo donde las habilidades digitales son clave, ¿por qué cree que las matemáticas siguen siendo fundamentales en la educación?

Las matemáticas son el lenguaje universal de la lógica. Más allá de resolver ecuaciones, enseñan a estructurar el pensamiento, a analizar problemas desde múltiples perspectivas y a tomar decisiones basadas en datos. En un entorno cada vez más complejo, esa capacidad crítica es esencial.

En Snappet, por ejemplo, no nos limitamos a ejercicios mecánicos: diseñamos actividades que desafían al alumno a aplicar conceptos en contextos reales, fomentando esa agilidad mental que trasciende el aula.

Muchos alumnos sienten que las matemáticas son un obstáculo. ¿Cómo cambiar esa percepción?

Personalizando el aprendizaje. Cada niño tiene un ritmo y una forma única de entender los conceptos. Cuando un alumno se bloquea, no es por falta de capacidad, sino porque el método no conecta con su manera de aprender. La tecnología bien orientada puede ser un aliado aquí: identificar dónde está la dificultad, ofrecer caminos alternativos y convertir el error en un paso hacia adelante. Así, el miedo se transforma en curiosidad.

"La tecnología no debe ser un fin, sino un medio. Buscamos herramientas que potencien, no que reemplacen, la conexión humana".

Habla de tecnología... ¿Cómo evitar que deshumanice el aula?

La tecnología no debe ser un fin, sino un medio. Su verdadero valor está en liberar tiempo para lo esencial: el diálogo, la motivación, la escucha activa. Imagina un docente que, en lugar de dedicar horas a corregir ejercicios repetitivos, puede centrarse en guiar debates, plantear retos o entender las inquietudes de sus alumnos. Ese es el equilibrio que buscamos: herramientas que potencien, no que reemplacen, la conexión humana.

Para cerrar, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a padres y educadores?

Que valoren el proceso tanto como el resultado. Un niño que tarda en resolver un problema, pero busca tres formas distintas de abordarlo, está aprendiendo más que quien memoriza la solución correcta. Nuestra labor es crear entornos donde equivocarse sea seguro, donde preguntar “¿por qué?” sea tan importante como el “¿cómo?”. Ahí es donde nace el verdadero aprendizaje.